miércoles, 10 de julio de 2013

LA PUERTA DEL PARAÍSO

¿Por quién lloramos cuando lloramos, qué perdemos cuando perdemos? Posiblemente la experiencia del duelo sea mucho más cotidiana de lo que creemos. Experimentamos duelos de distinto calibre: sea la pérdida de una lapicera, un trabajo o un ser querido.

Cuando lloramos un duelo, en realidad lloramos por nosotros mismos,  por vernos en este estado de haberlo perdido.  Algo así como el qué será ahora de mí sin aquello que perdí.  Esto al margen del valor mismo de lo perdido.  Si fallece un amigo querido, sufro por él, por lo que él vale, pero, al mismo tiempo, sufro por mí, por qué será de mí, ahora, sin él

En realidad, más allá del valor en sí de lo perdido, lo que perdemos cuando perdemos algo, es todas aquellas posibilidades que sentíamos o creíamos tener, poseyendo lo que ahora hemos perdido. Cuando fallece mi padre, siento perder todo aquello que aún yo quería vivir con él, por ejemplo, que viera a mis hijos crecidos. Su muerte, más allá de su valor como individuo y como padre, significa para mí la pérdida de aquellas posibilidades de vivirlo. Como si la felicidad de ver a mis hijos crecidos, estuviera en parte ligada a la posibilidad de que él lo presenciara.

Entonces, el duelo me enfrenta con la vivencia de la imposibilidad de esas posibilidades posteriores.   No poder escribir lo que hubiera querido escribir con aquella lapicera, o vivir lo que hubiera querido vivir con esa novia o compartir con él, el crecimiento de mis hijos.  Lloro por mí, imposibilitado de aquello.

¿Cómo superar un duelo?  Perder algo, sin importar qué, siempre duele, porque pierdo algo más que lo que he perdido.  La plenitud de mi vida no depende de lo que poseo ahora o de lo que ya perdí. Debo rescatar de la  imposibilidad, aquello que, todavía, permanece en mí y espera ser vivido. No te pierdas con tus pérdidas o vivirás el duelo de una pérdida mayor. Disfruta en el recuerdo aquello que has tenido y abre la posibilidad de disfrutar lo que aún posees. La puerta del paraíso está allí mismo donde la crees perdida. Encontrarla implica la audacia de creerla siempre al alcance de tu mano

Dr.Claudio César García Pintos

Logoterapeuta

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