miércoles, 10 de julio de 2013

Permanente Sabbath

En el libro del Génesis, se dice que el hombre fue creado en el sexto día y en el séptimo día Dios puso sus manos en su regazo, de modo que, sea lo que vaya a hacer de sí mismo dependerá de él! ¿Qué pasa con Dios? Dios está esperando, observa, como lo hace un espectador, aquello que el hombre es, en realidad, de manera creativa, actualizando las posibilidades de su ser. Dios todavía está a la espera, aún en reposo; sigue siendo Sabbath, un permanente Sabbath”  Víktor Frankl, "El hombre incondicionado" 

En muchos pasajes de sus obras, Viktor Frankl recurre a textos bíblicos para explicar o ilustrar sus consideraciones sobre la naturaleza de la persona humana y las circunstancias del existir. Es más, hace una especie de hermenéutica bíblica, una interpretación actualizada del texto antiguo.  De allí, abre el espacio a una especie de hermenéutica logoterapéutica.
Efectivamente, en el inicio del Génesis, se explica que la creación del hombre fue planificada para el sexto día. Antes, fue tiempo propicio para el resto de la creación, pero en el sexto día, último del plan creador, aparece el hombre como expresión más sublime del amor creativo de Dios. En el séptimo día, el Creador descansó. Puso sus manos sobre su regazo y adoptó la postura del espectador, aquel que se dispone a disfrutar del devenir de la obra. Y en su platea, reposa, expectante, curioso,  esperanzado.  Dice Frankl que ese séptimo día inicia un “permanente Sabbath
Esta imagen es oportuna para Frankl para introducirnos en la idea de la libertad responsable y, responder,  a la cuestión acerca del papel de Dios en las tragedias individuales y universales que se suceden inevitablemente en el curso de la vida. 
Dice Marshal Lewis que esta imagen de un Dios expectante y esperando en un permanente Sabbath, es “como una ventana de oportunidad para la humanidad, para el ejercicio de su libertad y responsabilidad”  Coincido absolutamente con la afirmación de Lewis.  El Dios del Amor, como lo ha definido el propio Frankl al Creador, ha compartido con el hombre la maravilla de la creación y lo ha privilegiado con la posibilidad de una libertad que, incluso, lo habilita a negarlo.  Es decir, el hombre es tan libre (por decirlo así) que hasta puede negar la existencia del mismo Dios que lo ha creado. Y aún en esa negación, Él permanece en Sabbath.
Pero además, es responsable. Esto es, el esplendor, o la miseria de la creación que ha heredado, dependerán del desarrollo que el hombre haga de sí mismo. De cómo actualice los valores humanos y no de la acción de Dios, dependerá el curso de la propia creación. Frankl también define que Dios no es un prefecto que vigila la acción del hombre, un guardián que le impide excesos o desvíos, o un juez que sentencia y condena.  No. El “reposo” de Dios no debe entenderse como una inacción hipócrita o abandónica, un descuido censurable o una distracción penosa. No. Debe comprenderse como el respeto de Dios a la responsabilidad del hombre, a quien ha hecho heredero y administrador de lo creado.
En un fragmento de su obra de teatro “Sincronización en Birkenwald”, acontece la muerte de uno de los personajes (Karl, hermano de Franz, el protagonista), a manos de un torturador nazi en la barraca del campo de ficción Birkenwald.  Otro camarada del campo, testigo presencial del hecho, entra en ira y vocifera “¡¡cómo creer en Dios después de esto!!”, a lo que el propio Franz responde, “no… ¡¡cómo creer en el hombre después de esto!!” Y acá Frankl nos lleva a reflexionar sobre la posible declinación personal o universal de la responsabilidad del hombre, sobre la responsabilidad divina en la sucesión de hechos atroces o trágicos.
En el fragmento que estamos utilizando como disparador de estas reflexiones, el mismo Frankl se presenta la cuestión diciendo “¿Qué pasa con Dios?”.  Y él mismo se responde: “Dios está esperando, observa, como lo hace un espectador, aquello que el hombre es, en realidad, de manera creativa, actualizando las posibilidades de su ser
En otro fragmento de la misma obra de teatro (“Sincronización…”), tres personajes llevan a un cuarto al borde del escenario y, mirando hacia la platea (en un curioso juego teatral), le preguntan “¿qué ve?”  Este responde, “nada… un agujero negro” (refiriéndose a la oscuridad de la sala teatral, tal como se ve desde el escenario iluminado); y recibe como respuesta: “sin embargo allí hay alguien mirándonos, alguien ante quien estamos actuando”, remarcando la idea del “Dios espectador” de nuestra obra.

Entre la creación heredada y lo que resultará de esa creación, media un tiempo que, para el Creador, es de reposo, un permanente Sabbath, pero para el hombre, es un tiempo de “trabajo”.  Un trabajo libre que depende de los valores humanos que el hombre se anime y/o decida a actualizar.  Un trabajo responsable que es observado y del cual deberá hacerse cargo como hecho por sí mismo.  Un trabajo libre y responsable, ni siquiera condicionado por el mismo Dios.
Él permanece en Sabbath. 

Dr.Claudio García Pintos
Logoterapeuta


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